A YERUSHALAYIM



EN JERUSALEM


De regreso a mis raíces, mis pies se
afirman sobre la tierra y mis ojos
acarician el paisaje de mi entorno.

Estrechas callejuelas de piedra dormida,
hechas para el paso cansino de los animales
y el andar rápido de sus habitantes.

Colores y olores se mezclan en ella,
etnías y religiones conviven en su seno.

Yo recorro sus callejuelas con los ojos
de la historia,
llevando sobre mi espalda -con alegría-
la carga que mi pueblo ha portado durante
cuatro mil años.

Revivo momentos alegres y tristes,
encuentros y des-encuentros
partidas y regresos
destrucción y re-construcción.

Con alegría voy re-corriendo
lugares de antes y de hoy
-pasado y presente-,
unidos en el tiempo por el hilo del amor
del pueblo por su tierra
-mi pueblo, mi tierra-,
la tierra que Dios nos prometió y nos dio.

En medio de Jerusalem recuerdo
los salmos del salmista, que canta
con regocijo su amor por Jerusalem.
Entonces, junto a él y a sus loores,
con bríos palpita mi corazón,
casi no siento mis pies,
mi cuerpo vuela
y cánticos de alabanza brotan de mis labios
¡También yo estoy en Jerusalem!

Jerusalem, enero 27 de 1996










EL SÍNDROME DE JERUSALEM

(Presentada al Seminario de Religión y cultura sobre “Locura, Sensatez y Paradoja”

RESUMEN:

El objetivo era escribir sobre un tema en el que se conjugaran los términos “locura”, “sensatez” y “paradoja”. A la autora de este artículo  le pareció interesante escoger un tema relacionado con la historia judía en la que dichos términos, en mayor o menor medida, se encuentran. Por eso , en su búsqueda, propone en un principio dos posibles temas: Los judíos en la Alemania Nazi y Theodor Herzl, creador del movimiento sionista. Finalmente opta por un tercero referido al efecto que Jerusalén tiene sobre distintos tipos de personas,  judías y no judías y las respuestas al mismo, de allí el titulo de El Síndrome de Jerusalén.

Palabras claves: Jerusalén, Herzl, Zionism, Amijai, síndrome.

ABSTRACT

The objective was to write on a theme in which they conjugated the terms “madness”, “judicious” and “paradox”.  To the author of this article seemed him interesting to choose a theme related to the Jewish history in which you said terms, in greater or smaller measure, they are found.  Therefore, in its search, proposes at first two possible themes: The Jews in the Germany Nazi and Theodor Herzl, creator of the Zionist movement.  Finally She opts for a third referred to the  effect that Jerusalem has on different types of people, Jewish and not Jewish and the differents answers to this effect therefore she finally decide to write about The Syndrome of Jerusalem

Keywords: Jerusalem, Herzl Theodore, Zionism, Yehuda Amijai, Syndrome.



1. Introducción

Locura, Sensatez y Paradoja  en las culturas es un tema de suyo motivador que induce a reflexión. Es importante precisar los términos mencionados:

Sensatez aparece definido como  “calidad de sensato, prudente, cuerdo” (Diccionario Alfa Enciclopédico,  p. 1016).

Locura  es definida como  “cualquier tipo de perturbación de las facultades mentales.  Es un término vulgar e impreciso, a menudo con cierto sentido peyorativo; Acción poco considerada; fig. Exaltación anímica debida a algún incentivo” (Op. Cit, 685).  El diccionario de sinónimos español que ofrece Microsoft Windows, entrega los siguientes equivalentes “Demencia, enajenación, manía, chifladura, desequilibrio, paranoia, excentricidad”

Paradoja, “f. Idea opuesta o extraña al sentir o a la opinión común. Razonamiento lógico que conduce a dos enunciados mutuamente contradictorios. Figura retórica que une dos ideas que aparecen como contrarias. Coexistencia ilógica de cosas o sucesos”. (Op. Cit, 848).

2. Elegir una ponencia o morir en el intento.

La historia judía es una historia larga y agitada, con episodios no exentos de  paradojas, sensatez y una que otra locura. Después de todo, es un pueblo que vive atado a su pasado y se alimenta de esperanzas.  Ese fue el motivo que me impulsó a buscar en su historia un tema a desarrollar.

Como primera instancia, me pareció adecuado escoger el periodo de Alemania en la época del gobierno nazi. Nuestros términos calzarían muy bien con este episodio de la historia judía: La sensatez, aconsejaba a los judíos que era necesario salir cuanto antes de Alemania. Todo evidenciaba que se acercaban tiempos difíciles y mucho más a partir de 1935, con la proclamación de las Leyes de Nüremberg sobre pureza racial y porque ya se había iniciado una época de restricciones y humillaciones a los judíos, actitud que culminaría con la denominada Solución final.  No actuar de esa forma constituía una verdadera Locura. Ahora bien, ¿cuál es la paradoja, lo contradictorio en todo esto? ¡Que después de todo lo acontecido, los judíos alemanes sigan hablando en alemán, soñando con Alemania, viajando a Alemania y muchos de ellos retornando a vivir a Alemania.

Un segundo tema, que reflejaría muy bien los tres términos escogidos, es la historia de Theodor Herzl,  quien a mi modo de ver es el prototipo de profeta y visionario moderno. Nacido en Budapest el 2 de mayo de 1860, se doctoró en leyes, a los escasos 24 años (en 1884),  ejerció la abogacía en Viena y durante  una breve temporada estuvo en el Tribunal de Salzburgo. Sin embargo, muy pronto se convenció de que su vocación era el periodismo y abandonó la jurisprudencia dedicándose exclusivamente a las letras.  Su actitud, dicen, distó mucho de ser sensata.

La primera Paradoja se resume en la pregunta ¿cómo conciliar que este ‘oscuro periodista vienes asimilado’ como le señalan muhos detractores, escribiese obras literarias en su gran mayoría  relacionadas con la cuestión judía?[i] Los biógrafos y críticos aducen que su fuerza de escritor radicaba en el artículo periodístico. Sus crónicas de corresponsal y otros artículos periodísticos escritos  en París, desde  donde  informaba a sus lectores sobre la política francesa, dan testimonio del ojo penetrante y de la agilidad de Herzl como observador político[ii].

En su vida el primer indicio de locura se produjo a consecuencia del denominado “affaire Dreyfus” del que le tocó ser testigo presencial y que le llegó en lo más hondo, sobre todo porque tales explosiones de antisemitismo se produjeron,  precisamente en la que había sido la cuna de la “libertad, igualdad y fraternidad, el lugar que dio a luz ‘los derechos del hombre’. El choque que le produjo el estallido de antisemitismo lo sumió en una actitud delirante que lo llevó a encerrarse en su pieza de hotel en Paris y en una sola noche dar origen al escrito  “Carta a mis hermanos judíos” que posteriormente sería conocido con el nombre de Der Judenstaat (El Estado Judío), publicado en febrero de 1896.

Hay sensatez en su pensamiento y accionar cuando toma conciencia de que el antisemitismo no es un fenómeno pasajero, sino la consecuencia de la anormal situación de los judíos en el mundo. “El problema judío existe. Sería inútil negarlo. Es un residuo de la Edad Media, del cual los pueblos civilizados, con la mejor voluntad, no saben deshacerse aún. Mostraron, ciertamente, su magnanimidad cuando nos emanciparon. El problema judío existe en todas partes en que los judíos viven en número apreciable. Allá donde no existe es atraído por los inmigrados. Nos dirigimos, naturalmente, hacia donde no nos persiguen; nuestra aparición provoca las persecuciones. Esto es cierto y seguirá siéndolo en todas partes, hasta en países adelantados –como queda demostrado en Francia-, mientras el problema judío no sea resuelto por medios políticos” (Herzl, T. El Estado judío, p. 30). Así, pues, para él era evidente que la única solución viable era la re-construcción de un hogar nacional porque, como señaló en el mismo texto “no se nos dejará en paz”. (Herzl, T. El Estado judío, p. 31).

La historia de Theodor Herzl y su máxima creación, el Movimiento Sionista está plagada de sensatezlocura y paradojas. De total sensatez y visión dio muestras al escribir Der Judenstaat (1896) 6bra en la que  con precisión de estratega estipuló no sólo las horas de trabajo diarias, la semana laboral, la bandera, las instituciones de gobierno que deberían existir sino, además,  dio los pasos para la concreción de toda una organización.[iii]

Una de las Paradojas que se le presentaron fueron las dificultades que enfrentó al  convocar el primer Congreso Sionista en 1897. Quiso realizar el Congreso en Munich pero los rabinos alemanes (los "Protestrabbiner") pidieron al gobierno bávaro que no se autorizase dicha  celebración. La plutocracia judía de Alemania temía que un congreso sionista pudiera provocar una nueva ola de antisemitismo.

En todo momento primó la sensatez y el pragmatismo de Herzl y sus aliados, que quedaron de manifiesto en el Primer Congreso Sionista inaugurado en Basilea, Suiza, el domingo 29 de Agosto de 1897. En dicho evento estaban presentes ciento noventa y siete delegados, representantes de organizaciones de todo el mundo, los que  participaron en variadas discusiones y tomaron decisiones fundamentales que establecieron los fundamentos para las futuras actividades de la Organización Sionista[iv].

El Sionismo se convirtió en un movimiento nacional, democrático y popular del pueblo judío, con el dictamen para realizar un amplio rango de actividades.

Otra de las paradojas en esta interesante historia es que los  rabinos de Alemania y Austria veían en el sionismo un gran peligro para la estabilidad de las comunidades judías en Europa,  interpretándolo como enemigo de todas las tradiciones mesiánicas. Pero a pesar de estas diferencias y polémicas, el sionismo se había puesto en marcha y captaba cada vez más adeptos, incluso procedentes del  movimiento "Jovevei Sion"[v]

Theodor Herzl creó un poderoso Movimiento Sionista que se extendió por todo el mundo. Sus órganos, es decir, los Congresos, Comités de acción y Asambleas locales estaban constituidos sobre una base democrática; pero él personalmente fue siempre muy autoritario. En todo fue una personalidad fuerte y atrayente que creía poseer una fe inquebrantable en sus ideales, estando siempre seguro de que un día se realizarían. La frase “Im tirtzu ein zu hagadá” (Si lo queréis, no será una leyenda) (Herzl,T. Altneuland.), continua dando vueltas entre los judíos, especialmente cuando se trata de conseguir algún logro.

En su novela Altneuland (Vieja Nueva Tierra, 1902), Herzl presentó el futuro estado judío como una utopía socialista. Tuvo la visión de una nueva sociedad que surgiría en la Tierra de Israel sobre una base cooperativa utilizando la ciencia y la tecnología en el desarrollo del país. Incluyó ideas detalladas respecto a la forma en que veía la estructura política del futuro estado, la inmigración, la recaudación de fondos, las  relaciones diplomáticas, las leyes sociales y las relaciones entre religión y estado. En su novela  Altneuland, el estado judío era previsto como una sociedad pluralista y de avanzada, como dice el texto bíblico, “unetatija leor goyim” (te pondré como luz para las naciones) (Isaías 49,6).

El Estado Judío fue un hecho, el febril ensueño de Herzl se hizo realidad. La fantasía se revistió de carne y de sangre y cobró vida: una auténtica vida estatal judía. Así escribió Herzl en   su diario: ”Si he de resumir los resultados del Congreso en Basilea en pocas palabras –que me guardaré de decir en público-, serán las siguientes: En Basilea fundé el Estado judío. Si yo las dijera en público, todo el mundo se reiría de mí. Quizás dentro de cinco años, pero seguramente dentro de cincuenta, todos me darán la razón.” (Herzl, T.Páginas escogidas,  p. 49).[vi]

Si se presentan las tres características ¿por qué no abordar este tema?

La Sensatez o prudencia aconsejan como óptimo trabajar un tema en el que lo religioso no esté tan íntimamente ligado a lo político nacional contingente y que, en lo posible, siendo un tema ligado a la historia del Pueblo de Israel, tenga incidencia en miembros de otros pueblos y denominaciones pertenecientes, especialmente, a las denominadas religiones abrahamicas.

Así pues, a continuación, desarrollaré el tema que, finalmente, me pareció el más adecuado: El Síndrome de Jerusalén.


3. El Síndrome de Jerusalén.

"im esh-kajéj Yerushalayim tishkáj yeméni....
Si me olvidaré de ti, Oh, Jerusalén,
que mi diestra sea olvidada
que mi lengua se pegue a mi paladar
si de ti no me acordaré
si no alzare a Jerusalén a la cabeza de mis alegrías”
 (Salmos 137,5-7)


Obra de George Maharashvili, 9 años, Georgia.


Hermoso Salmo, muy conocido y al que se recurre con insistencia en el medio judío. Todo parece indicar que la ciudad ejerce cierto influjo en las personas y se ha detectado una enfermedad –la mayor de las veces –aunque no siempre-  benignasl y la denominarion “El Síndrome de Jerusalem”. Me pregunto ¿Existe tal síndrome o enfermedad? ¿Qué entendemos como Síndrome?

Un diccionario común y corriente define Síndrome como: m. “Conjunto de síntomas  y signos que coexisten simultáneamente y que definen un proceso patológico” (Diccionario Alfa Enciclopédico, Salvat Editores, p.1030).

¿Es la ciudad de Jerusalén capaz de producir en algunas personas un conjunto de señales características que conformen una enfermedad, que produzcan el así denominado ‘síndrome de Jerusalén’?

La primera vez que escuché este término fue en diciembre de 1992, hermosa época en la que un blanco manto de nieve casi sepultó la ciudad, en la que se dijo era la nevada más grande en 50 años. Los diarios incluso mostraron en el desierto del Neguev a camellos con sus jorobas nevadas. Aún hoy, las fotos de la ciudad vieja de Jerusalén totalmente nevada circulan por todas partes.

En fin, en ese blanco e increíblemente hermoso invierno jerosolimitano, el Prof. Haim Avni, a la sazón Director del Instituto de Judaísmo Contemporáneo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, fijando su mirada en mi, sentenció: “Chilena, tu sufres del síndrome de Jerusalén”. Ante tal observación, incomprensible para mí en ese momento, sólo sonreí y no volvimos a tocar el tema. La frase seguramente quedó perdida en algún rincón de mi memoria.

Pero cuando empezó la fiebre del “fin del milenio”, a fines de la década de los ’90, volví a recordar esa frase porque el síndrome –del cual se me acusó sufrir- no sólo  existía sino que  había sido identificado por el Dr. Heins Herman en la “lejana” década de los treinta. El Dr. Herman determinó ya en esa época que el tal ‘sindrome’ afectaba tanto a judíos como  no judíos, creyentes y no creyentes[vii]. Además, mucho se hablaba acerca de  grupos y sectas que se preparaban a esperar el fin del milenio en Israel y presenciar hechos nunca vistos.

Ahí me di cuenta de que ‘algo’ tiene Jerusalén…

a) Un poco de historia.




Entre el pueblo de Israel y Jerusalén existe un lazo indivisible y eterno que comenzó cuando David fue coronado rey de "todo Israel" y decidió, como símbolo de la unidad nacional, establecer una capital neutral. Su primera acción fue la de conquistar la ciudad con su ejército personal para asegu­rarse que ninguna tribu dijera: 'es nuestra'. Jerusalén sería de todo el pueblo de Israel sin distinción y nadie de  entre las tribus que conformaban el pueblo podría atribuírsela como propia.

Conquistada la ciudad y convertida en la capital nacional, fueron reforzadas sus fortificaciones, y con ayuda de artesanos fenicios construyeron un palacio y reconstruyeron el Tabernáculo para llevar a él el Arca de la Alianza y asentarla en la ciudad.

Desde ese momento, Jerusalén además de la capital política, devino en centro espiritual del reino convirtiéndola, como dice la Torá, en el lugar 'que Dios, ha escogido para poner allí su nombre'Así, pues, la noción de Jerusalén sagrada nació en el siglo X a.e.c., como resultado de las acciones que David, rey de Israel, realizó para brindarle a Jerusalén su espíritu.

Salomón, su sucesor, se preocupó de la imagen de la ciudad, construyendo el Templo y convirtiendo la ciudad en un centro de comercio internacional. A su muerte de Salomón aconteció la escisión del reino, no obstante, la ciudad continuó como capital, pero esta vez, de la reducida monarquía de Judá.

En la época del exilio babilónico, ciudad y templo fueron convertidos en polvo a causa de la devastación de Nabucodonosor, - 586 a.e.c. -. El recuerdo de Jerusalén quedó impregnado como una imagen pura e idílica en la mente de los exilados, encontrando  su máxima expresión inmortal en los libros de Salmos y Lamentaciones:

"¡Como ha quedado sola la ciudad populosa, la grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la señora de provincias ha sido hecha tributaria. Amargamente llora en la noche y sus lágrimas están en sus mejillas..." (Lamentaciones, 1:1-2ª).

"Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestra danza se cambió en luto. Cayó la corona de nuestra cabeza;
¡Ay ahora de nosotros!....por esto fue entristecido nuestro corazón por esto se entenebrecieron nuestros ojos. Por el monte de Sión que está asolado..." (Lamentaciones, 5:15-18a)

Los exiliados,  que regresaron cincuenta años más tarde,  pese a la devastación y la desolación que encontraron, luchando contra el desencanto  que tal hecho les suponía,  lucharon y trabajaron duramente en la reconstrucción de la ciudad capital. Siglos más tarde, una nueva devastación de la ciudad y la destrucción del Segundo Templo – a manos de  los romanos  en el año 70 de nuestra era-, dio origen a una diáspora que existe hasta el día de hoy.

Teddy Kolleck, quien fuera Alcalde de la ciudad por cerca de 40 años, escribió:

"Jerusalén ha sido también parte de la historia universal además de ser la capital  única y eterna del pueblo judío y el lugar donde los profetas Isaías y Jeremías expresaron sus pensamientos que influenciaron actitudes  éticas y religiosas de media humanidad, fue ella el escenario del postrer ministerio de Jesús y en ella se le crucificó. Y es, para los musulmanes, el lugar desde donde el profeta Mahoma ascendió al cielo...
"La historia de Jerusalén es [pues, parte de] la historia del hombre, la  historia de guerra y de paz, de  grandeza y miseria, de excelsa sabiduría y de sangre fluyendo por las acequias...
"Pero en esta historia hay un hilo dorado, un elemento que asoma a través de ella en forma constante: es el irrompible lazo del pueblo  judío con su ciudad...
"La historia de esta asociación es repetidamente interrumpida por una sucesión de conquistadores: egipcios, asirios, babilónicos, persas, seléucidas, romanos, árabes musulmanes, cruzados, mamelucos, otomanos, y británicos. Empero, en el  transcurso de los tres mil años desde que David ungiera a Jerusalén como asiento de la autoridad de Israel, la vinculación espiritual de los judíos con esta ciudad se mantuvo incólume. Es esta una singular vinculación...". (Kolleck, Teddy. Jerusalem, sacred city of mankind.)

Y así es hasta el presente, a través de las centurias de su dispersión, en cualquier lugar en que se encontrasen, los judíos oraron por el retorno a Sión, por la vuelta a Jerusalén.

"Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: ¡Cantadnos algunos cánticos de Sión! ¿Cómo cantaremos cánticos de Dios en tierra de extraños?”
(Salmos 137,1-3)

En el devenir diario de la vida judía no existe la  alegría completa, siempre hay un vínculo, un instante, aunque fuere un segundo, que  recuerda al judío su  unión con Jerusalén: 1. En toda ceremonia de matrimonio, por ejemplo,  se rompe una copa de vidrio para recordar la destrucción del Templo y la  devastación de la ciudad.2. No hay edificaciones completamente terminadas porque siempre, en algún rincón, los judíos dejan parte de un muro sin terminar, para simbolizar el carácter temporario de esa construcción que servirá de vivienda hasta que su propietario pueda regresar a Jerusalén; 3. todas las casas de reunión, las Sinagogas, se orientan en dirección a Jerusalén, y en cada celebración se repite la frase: Le-shaná haba birushalayim (El año próximo en Jerusalén).

Y es que desde que el rey David unificara a la nación hebrea y proclamara a Jerusalén su capital política y religiosa, Jerusalén y el pueblo judío son una unidad un sólo corazón latiendo al unísono y ligados inextricablemente a su pasado bíblico, a su presente y a su futuro y también ligado a sus sentimientos, emociones y esperanzas. Ya lo expresó bellamente Yehuda HaLevi en una de sus Sionidas:

"Mi corazón está en Oriente mientras yo resido en extremo Occidente
¡Qué alegría me daría poder errar por aquellos lugares donde se descubrió Dios a tus profetas y mensajeros!
¡Oh, quien me hiciera  alas  y poder volar allá lejos!. Me llevaría y dejaría allí mi despedazado corazón entre las quebradas peñas de Betar!
 Me echaría cara abajo sobre tu tierra y me gozaría en tus piedras y besaría tu polvo...! (Halevi, Y., La Gran Siónida. SPES, p. 24).

No es el único poeta que canta a Sion de forma apasionada. Podríamos citar versos de todas las épocas, prosa,  novela e impresiones de viajes…

Algo tiene Jerusalén…


b) El tema propiamente tal.

Hace diez años atrás, en marzo de 1995, el escritor peruano Mario Vargas Llosa fue agraciado con el Premio Jerusalén. En el discurso que pronunció en esa oportunidad, rememorando su primera experiencia en  Jerusalén, señaló:

“Cuando (...) siento en mí mismo la tentación de sucumbir a los placeres deletéreos del nihilismo histórico, suelo cerrar los ojos y evocar mis recuerdos de mi primer viaje a Israel, en 1976. Es una operación que me entona, como a otros una piadosa oración o un trago de buen whisky (...) vine a ver, a aprender, a averiguar cuál era la realidad y cuál el mito de este controvertido país, a oírlo, verlo, leerlo y tocarlo todo. Fue una experiencia de apenas unas semanas, pero de largas enseñanzas. Al pie de las murallas de la antigua Jerusalén, había una muchacha de cabellos dorados y una capa gris ondeando al viento, que quería hacer todas las revoluciones y que estaba contra todas las leyes, empezando, como el poeta, por la ley de la gravedad...” (Vargas Llosa, M. “Bajo el cielo luminoso de Jerusalén”, en Revista Ariel, Nº 102, p. 18).

Mas adelante agrega: […]” aún mas íntimamente regocijante para mí, puesto que soy un novelista y dedico mis días y mis noches a la gratísima tarea de fabricar mentiras que parezcan verdades, fue comprobar que la ficción y la historia no son alérgicas la una a la otra sino que, en ciertos casos, pueden fundirse en la realidad como una pareja de amantes en su lecho de amor. Pues, no lo olvidemos: antes de ser historia, Israel fue una fantasía que, como aquella criatura del cuento de Borges, Las ruinas circulares, fue trasvasada al mundo concreto desde las nieblas impalpables de la imaginación humana…” (op. Cit., pag. 19)

Pero también la gente común y corriente, puede cambiar al contacto con Jerusalén. En 1981, Jana bat Zión realizó el sueño de su vida: viajar a la tierra de la cuál salieron sus antepasados. Remecida por la ciudad escribió en su diario de viaje:

Jerusalén, Historia Viva

La ciudad me ha cautivado;
prisionera de su encanto y su tradición,
vivo y re-vivo la historia. 
Estoy aquí, -quizás nunca me he ido-.
Mi mirada escrutadora
recorre cada centímetro cuadrado,


cada cimiento, cada piedra,
y me transporto en el tiempo.

Ante mí brotan las poderosas voces de
los profetas
que enrostran a los reyes,
Jeremías
Isaías, 
Oseas,
Ezequiel,
Sofonías,
salen de las páginas del Tanaj y
se encarnan ante mis ojos.

Subida sobre los muros de la ciudad,
miro el horizonte
veo a mi pueblo cautivo marchar
en largas filas, con paso cansino,
mirada apagada
y corazón contrito:
van al exilio.

La vista se nubla,
el corazón se aprieta;
“Por esa causa lloro,
de mis ojos fluyen amargas lágrimas,
porque mis hermanos son destruidos
y el enemigo prevaleció”.

Yo permanezco allí,
todavía mirando sobre los muros de la ciudad,
esperando  milagros.

Yo creo con fe absoluta
que el guardián de Israel no duerme 
ni dormirá jamás.
(Jana Bat Tizón, en A Ti, Jerusalén/Laj Yerushlayim, ms. p.5)

Si, algo tiene Jerusalén…  quien llega hasta ella no vuelve a ser el mismo. El Síndrome de Jerusalén puede presentarse de formas diversas, problemas de identidad, sueños de grandeza, arranques místicos, creación artística.  Para Vargas Llosa es remontarse en el tiempo y recordar su estadía en la mística Jerusalén, para Jana bat Zion es revivir la historia de su pueblo.

Pero acerca de la “locura poética y plástica” me referiré más adelante. Ahora me preocupa presentar a continuación parte de la locura vivida por aquellos que teniendo “ad portas” el fin del milenio, vio en Jerusalén el centro del mundo, donde todo comenzó y debía necesariamente recomenzar. La preocupación por este fenómeno hizo que en Israel se  desarrollara un Simposio internacional sobre el tema  "Turismo y sicopatología en Jerusalén antes del año 2000" y el Hospital Kfar Shaul se vio en la necesidad de re-acomodar sus instalaciones debido a que esperaban un gran número de pacientes.

Para buscar información acerca de los movimientos milenaristas y su repercusión, Internet representa un gran aliado. Veamos algunos artículos que en ella aparecen.

En la Revista Asturias Evangélica 16, Miguel Rionda, Jr. Escribió un artículo denominado “El Síndrome de Jerusalén”, los subtítulos rezan: “Israel confrontado a los profetas delirantes. Comunidades sectarias de toda especie escatológica, llegan a tierras hebreas a esperar peligrosamente al Mesías

EL artículo destaca lo siguiente:”.

“Ciertas teorías milenaristas, influenciadas por una psicosis artificial apocalíptica, tienden a "provocar" la teología del "Maranatha" "Jesús viene" y así creen llegar a vislumbrar presuntamente al Cristo triunfante sobre el Monte de los Olivos. Es toda una tradición de muchos siglos este anhelo, esta esperanza de querer ver nuevos cielos y nueva tierra. Pero muchas veces los métodos empleados para este menester no van con los principios evangélicos.
“Un protestante fundamentalista extremista, el australiano Denis Michael Ronan incendió una mezquita considerada como el tercer lugar "sagrado" del Islam, (...) pretendía con esta acción violenta destruir las mezquitas para construir el Templo judío preludiando así la venida de Jesús.
“Otra cosa inquietante son los posibles suicidios colectivos que podrían producirse en estos próximos meses debido al asqueo, al vacío que producen nuestras sociedades, cubriendo la muerte colectiva con un manto místico que resulta súper alienante...
“En estos últimos años ha habido bautismos por inmersión en el río Jordán, donde Jesús fue bautizado por su rudo primo Juan el Bautista en contestación profética al sacerdocio del corrompido Templo de la religión arcaica y formalista. Estos bautismos de adultos fueron impulsados por la tradición anabaptista en sus diversas ramas, pero algunos actos de esta especie se acompañaron de exaltaciones escatológicas que hicieron escándalo sobre todo de ciertos pentecostales americanos en fogosidad mística...”

Más adelante, Rionda,Jr hace mención de la labor desarrollada por el Dr. Yair Barel. Miembro del hospital psiquiátrico de Kfar Schaul que,  en su centro de enfermos atiende a pacientes pertenecientes a 37 comunidades mesiánicas más o menos "cristianas". Una secta judía disidente llamada "El Arca de Noé" que no escapa tampoco de ese fenómeno… (y cuyos) adeptos instalados en el desierto, cerca de Napbuse (sic) (Cisjordania) dicen que el próximo 31 de Diciembre de 1.999, es un viernes y por la noche de ese día comenzará la gran institución familiar del Sábado, día de reposo, y que ese momento será crucial para la venida del Mesías...

Como ejemplo toma a un ex hombre de negocios norteamericano, de nombre Monte Kim Millar, fundador de un grupo denominado “Concerned Christians”, que congregó a cientos de creyentes que esperan el fin del mundo. “Mr. Miller cree ser una reencarnación de Jesús y "profetizó" que será asesinado en las calles de Jerusalén en Diciembre de 1.999 y que su muerte marcará el fin apocalíptico del segundo milenio de nuestra era, preconizando que sus seguidores morirán juntos en "sacrificio agradable al Señor", entrando en el reino eterno y él resucitará tres días y medio después de su muerte.” El resucitará, nada dice de sus seguidores.

El 26 de noviembre de 1999, en la página “Internacionales”, Monitoreada por Paul Suárez García, de entre las noticias que entrega, destacamos el  siguiente título:

JERUSALÉN SE PREPARA PARA RECIBIR A VARIOS "PERSONAJES BÍBLICOS"

“JERUSALEN, (CNN)-- La principal clínica psiquiátrica de Jerusalén dijo que esperaba un aumento en el número de personas ingresadas entre los peregrinos afectados por un síndrome que hace creer a algunos que son personajes de la Biblia. 

"Ya hay un incremento (de los casos) de entre el 50 y 60 por ciento", declaró a Radio Israel Gregory Katz, un médico del Centro de Salud Mentad de  Givat Shaul. "Si los pronósticos de un aumento en el número de turistas (por los festejos del Milenio) son ciertos, creemos que el número de casos aumentará en un cien por cien.... Tenemos una nueva sala de emergencia, pero la situación es difícil porque prescindiendo de los turistas debemos tratar a mucha gente enferma sin incluir a los turistas, agregó.

“El síndrome de Jerusalén es más común entre algunos cristianos protestantes y judíos, sobre todo de Estados Unidos y Europa... Algunos pacientes llegan a Jerusalén con problemas mentales y ahí se convencen de que son personajes bíblicos como profetas del Antiguo Testamento, Jesucristo, Juan el Bautista o la Virgen María. Otros van a la ciudad Santa con visiones sobre el fin del mundo. Un tercer tipo de enfermos llega perfectamente sano (sic), aunque se siente obligado a vestir túnicas blancas -- algunas veces sábanas de camas de hotel -- y predican sermones por las calles”.

En el artículo que citamos a continuación, llamado LAS SECTAS:"Anunciadoras del fin del mundo"(http://www.fortunecity.es/sopa/botones/815/sectas.html) se lee: 
Tal como ocurrió con el término del primer milenio, donde el mundo esperaba el fin, el término del segundo milenio, trajo consigo también una serie de eventos y fiebres surgidas a través de todo el planeta esperando una inminente catástrofe, una abducción de alguna nave extraterrestre, o suicidios colectivos para acelerar el regreso de Cristo a la tierra. Prácticamente de casi todos los sectores sectarios surgieron voces anunciando el fin, la variedad es tanta que incluso hay colectivos cuyos miembros llevan consigo un completo botiquín de supervivencia para estar preparados ante el colapso final”.

“[…] Si existe un lugar en el mundo que ha jugado un papel fundamental, esa es Jerusalén, allí la actividad de sectas extremistas, ha sido considerable, como la de los llamados Cristianos preocupados[viii], que fueron detenidos en Jerusalén a principios del año pasado bajo la sospecha de estar organizando un suicidio colectivo para "acelerar el regreso de Cristo". El influjo que ejerce Jerusalén sobre los fieles pareció incrementarse a medida que se acercaba el año 2000, se temió la aparición de iluminados y, lo que era más grave, suicidios y otros hechos luctuosos para "celebrar" el nuevo milenio.

"Si va a haber un cataclismo del fin del mundo en nuestros días, seremos los primeros en advertirlos", señalaba Allan Ros, […] uno más de los 150.000 que el año pasado visitaron el monte Armagedón en Israel. [Ros] volvió este año, [… acompañado por] más de 500.000 personas que hicieron lo mismo. El turismo milenarista ya ha llegado a este enclave situado a 50 Kilómetros al suroeste de Haifa en donde, según la profecía bíblica, se librará la gran batalla final del Apocalipsis.
(...)
¿Cuál es la diferencia entre ambos grupos? Seguramente no es mucha la diferencia, por lo menos así piensan los agentes del grupo de la seguridad especial (sic) que vigilan los eventos del milenio, [y están atemorizados] ante lo que los expertos califican como "Síndrome de Jerusalén",  [porque] la enfermedad afecta a personas sanas, turistas en su mayoría que llegan a Jerusalén como tales y que, al poco de pisar sus calles, se creen iluminados. Los hay que se muestran convencidos de ser Jesús, María o cualquier otro personaje bíblico”.

He ahí otro relato acerca de los problemas que acarrearía el  influjo de Jerusalén...”

El 24 de septiembre (supongo que de 1999) apareció en Página12, publicación argentina, un artículo sobre “Mesianismos” escrito por Juan Gelman. Allí el autor también se refiere a esta patología, y señala que en este fin de milenio en Jerusalén abundan aquellas personas que se creen personajes bíblicos, personalidad que asumen acorde al credo que profesan. ¿Por qué ocurre esto?

La respuesta para él es simple: se debe a que Jerusalén es “la ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas más importantes del mundo [y] tiene un influjo particular, aun en quienes se creen muy ateos. Casi imposible no conmoverse ante la Torre de David, los vestigios del Segundo Templo, la Vía Dolorosa, el Santo Sepulcro, la mezquita El-Aqsa, la visión del Monte de los Olivos mientras el crepúsculo asciende desde un llamado a la oración hacia La Meca que resuena lejos. Se siente el peso de la historia y de la tradición judeocristiana de Occidente[ix].

Como ya se ha dicho con anterioridad, estos casos de ‘encarnación bíblica’ afectan a personas perfecta -o aparentemente- equilibradas.

Este artículo presenta  interesantes ejemplos. Entre ellos el caso de un judío canadiense  físicoculturista convencido de que era Sansón y se autoasignó la misión de remover una piedra del Muro de las Lamentaciones para llevarla a su sitio original. Al momento de leer el artículo, se decía que dicha persona continuaba en el hospital psiquiátrico de Kfar Shaul.

Un caso digno de atención es el del periodista viajero Gabriel Pescanova que tiene un sitio muy entretenido en la web (http://gabrielpe.eresmas.com) en el cuál no solo relata sus aventuras viajeras  con profusión de fotografías sino que, además,  invita a compartir con él experiencias de viajes. De su relato sobre su visita a Jerusalén he aquí algunos extractos:

Yo pasé apenas 24 horas de turismo en una ciudad deprimida por los atentados, paralizada por las expectativas siniestras de un atentado o un altercado, o por la extrema vigilancia de los soldados. El tiempo no acompañó mucho: fueron unas horas un tanto plomizas, reverberantes, y aún así me enamoré brevemente de esta ciudad castigada, sangrante, dolorosa, y todavía bella.
¿Síndrome de Jerusalén? No lo sé. Lo más parecido que tuve fue una experiencia curiosa al descender al sepulcro de María. Es como bajar a una profunda estación de suburbano, por escaleras de piedra empapadas de olor a incienso. Abajo, monjes ortodoxos celebraban uno de sus ritos, y el canto también inundaba, rebotando, las paredes antiguas, iluminadas sólo por los lampadarios, sin ningún tipo de salida al exterior.
Nada o casi nada sentí en el Santo Sepulcro mismo, donde se custodia la lápida que aseguran cubrió a Jesucristo. Bueno sí, sentí dos cosas: primero, una alegría egoísta por poder visitar el monumento prácticamente solo, pues si algo bueno tuvo el estado de inquietud que gobernaba la ciudad fue el vaciarla casi totalmente de turistas. Y algo más me debió impresionar, pues fui incapaz de sacar la cámara una vez dentro del baldaquino sagrado...
“Desde luego, cuando uno visita Jerusalén está predispuesto a lo espiritual, esperando que en cualquier momento una zarza ardiente le revele secretos sagrados. Lástima que ahora, en vez de las zarzas, lo que arda sean los coches bomba.
“¿Qué tienen las piedras para desatar tanta pasión? Los judíos aseguran que esta pared perteneció al Segundo Templo de Salomón, y ante ella rezan, en sus resquicios depositan sus esperanzas y sus mensajes para la eternidad.
Ciudad de rabinos omnipresentes: todos de negro, sí, pero los hay rubios, morenos, altos, bajos, gordos... Casi todos sudan, caminan deprisa y con preocupación, y rara vez miran a los ojos de los demás transeúntes. Deben pensar que todos somos invitados pesados en su jardín heredado...”

¿Qué  que tienen las piedras se pregunta él? Leamos lo que escribió Lea  Abramowitz  al respecto:


“El Muro Occidental ("de los Lamentos") es uno de los sitios turísticos más visitados de Israel. A cualquier hora del día o de la noche, afluyen visitantes al Muro, a orar, a tomar fotos, a participar en una manifestación o en una ceremonia de jura de la bandera, a asistir a una bar-mitzvá, o simplemente a absorber algo del ambiente histórico y espiritual del que está imbuido este lugar antiguo.

“Entrada la noche, cuando la luz indirecta perfila cada rendija y cada junta de los inmensos sillares, cuando los sonidos de la noche se funden en la explanada, ciertos individuos se sienten atraídos a ese lugar, en busca de una experiencia sobrenatural. Para los sicólogos, éstos son los afectados del "síndrome de Jerusalén", que añaden una nota de color e interés a la escena nocturna del Monte del Templo. Entre ellos están los que se creen Mesías, los inadaptados, los turbados, los espiritualmente implicados, que aparecen a altas horas de la noche. Quienes padecen del síndrome de Jerusalén están literalmente embriagados por la Ciudad Santa. Los deleita la atmósfera especial del Muro pasada la medianoche. Los embelesa el hálito místico que perciben allí de noche. Su psique se inflama con la santidad histórica en la que se sienten inmersos a esa hora solitaria. Aunque otros sitios de Jerusalén también los atraen, el Muro es el lugar predilecto de tales individuos, en especial de los judíos” (Abramowitz, Leah. “El síndrome de Jerusalén”, en  Revista Ariel, Nº 102, p. 92).

En este artículo ella pesquisa un poco más a fondo sobre tal ‘enfermedad’ y concluye que de acuerdo al estudio al que tuvo acceso los síntomas que presentaban los afectados aparecían, por lo general, al día siguiente de su llegada a la ciudad. Un inexplicable sentimiento de ansiedad y nerviosismo se apoderaba de ellos, sintiendo la necesidad de aislarse del grupo e iniciaban actos de purificación y abluciones. En su deseo de asemejarse a personajes bíblicos usaban de preferencia, túnicas blancas.  Por supuesto que este tipo de comportamiento no necesariamente implica el internar a estas personas en un hospital psiquiátrico. De hecho, dice la autora “la mayoría de los afectados por el síndrome de Jerusalén no crean problema alguno y en el peor de los casos sólo son una causa de molestia o de irrisión”. Por supuesto en el caso de trastornos graves se hace necesario un periodo de reclusión al menos, temporal.

Por lo general la época del año mas propicia para que ocurran estos hechos la constituyen las festividades religiosas tanto cristianas como judías (Navidad, Semana Santa, Pesaj, la pascua judía).

Las estadísticas que ella maneja, entregada por el Dr. Bar El del hospital de  Kfar Shaul, señala que entre 1979 y 1993 se detectó que de los enfermos,  “...66% eran judíos, 33%, y el 1% por ciento no tenía afiliación religiosa definida”.

También en este artículo encontramos algunos ejemplos de personas:

Un maestro danés' que había visitado la Ciudad Santa cinco veces en otros tantos años, sentía que ése era el único lugar donde podía comunicarse directamente con Jesús. Sin embargo, cuando se puso a conversar a gritos con la Virgen María, a quien veía sentada en el techo de la mezquita de Omar, la situación, se deterioró. El altercado resultante con los guardas del Monte del Templo terminó con su hospitalización en Kfar Shaúl.

Otro caso es el de David Koresh, el mismo después de pasar un tiempo en Jerusalén, autoproclamándose Mesías,  fundó una secta en Waco,Texas.

Hay quienes se vuelven adeptos a la medicina mágica, practican ritos religiosos propio adoptan costumbres excéntricas. Cuando estas personas llegan hasta el hospital por tratamiento psiquiátrico, una vez curadas de este “periodo” salvo el decir “Repentinamente algo me pasó”, prefieren no volver a mencionar ni a escuchar sobre el episodio.

El especialista dijo que de 470 personas examinadas 42 personas (menos del 10%)  nunca había tenido anteriormente ningún problema psiquiátrico y de esos 42, 40 eran protestantes provenientes de familias americanas medias, lectores de la Biblia estrictos y devotos que tenían una visión idealizada de Jerusalén y que al enfrentarse con la realidad se les produjo una reacción síquica que les ayudó a integrar la ciudad real con la imaginaria.

(...)"Jerusalén está invadida por Mesías: los que vienen a encontrarlo, o a esperarlo, o los que quieren calmar la tormenta de su propia alma.  (...) Muchos de éstos acaban en el Muro, que convierten en su santuario. Allí cada uno desarrolla su propia forma de expresar esa inexplicable ebriedad de santidad, explica el Dr. Jordán Scher, quien aporta a los ejemplos anteriores otros pintorescos personajes, como Mótele un hombre de enmarañada barba gris, envuelto en blancos ropajes que da la bienvenida a los turistas con un estentóreo ‘Welcome America’. Su postura histriónica le lleva a elevar su mirada al cielo y levantar sus brazos al cielo para recitar una oración. “A veces, para más efecto, se sube al techo de la oficina del rabinato para vociferar una oración. Los incautos creen que es una voz celestial, y se sabe de alguno que ha hecho penitencia inmediata, durante media hora al menos”. (Op. Cit,).

También está Yijia, el yemenita, que vestido a la usanza de sus antepasados bendice a todos por igual, lo deseen o no. Con su especial acento yemenita recita la bendición de Abraham, Isaac y Yaacov.

Este tipo de personas que han sido  descritas en los relatos anteriores, que merodean por el Muro de los Lamentos o por las estrechas callejuelas de la ciudad vieja,  se sienten atraídos –al igual que en generaciones anteriores- por este foco espiritual del universo,  centro de las tres religiones monoteístas. No es extraño, entonces, que puedan ser fácil presa de ese ‘ese extraño, y en buena medida incomprendido, fenómeno del síndrome de Jerusalén’.

Por supuesto que este comportamiento característico del Síndrome de Jerusalén no es privativo de los turistas, también los residentes pueden verse afectados de modo temporal o permanente. Algo de ello podemos vislumbrar a través de la literatura.

La escritora Yael Lotán, en su obra Aún no es tiempo de paz,  escribe: “No debe sorprender que la casa en la que crecí en Jerusalén, demolida hace 25 años, me haya rondado como un fantasma durante años. Sus paredes masivas, construidas de una piedra rosigris llamada misi-jamra, sus piezas altas, sus pisos venecianos brillantes y sus ventanas arqueadas, la terraza embaldosada con sus cisternas, las escalinatas internas y externas, los balcones de madera y hierro, el largo corredor taraceado que corría como un intestino derecho al través del piso superior, los sonidos y los olores que la llenaban de vida - todos ellos son tema recurrente de mis sueños, mucho más vívidos que cualquiera otra de las casas en las que he vivido desde entonces. primordialmente en Tel-Aviv; después, una visita a mis abuelos en Riga con un trayecto largo y peligroso de regreso a Palestina, apenas un paso adelante de los Nazis; seguida de una temporada casi mágica en la granja de mi tío Yosef en Yokneam, al sureste de Haifa - pero ninguna de estas vivencias dejó huella, ninguna retorna en mis sueños como esa vieja casa en Jerusalén”( Revista Ariel, Nº 102, p. 82-91).

EL laureado e internacionalmente famoso escritor Amos Oz, reconocido intelectual de izquierda y no religioso, en su novela Ciudad extraña, escribió:

 “Nací en Jerusalén; viví en ella los días de mi infancia; cuando tenía nueve años padecí el sitio y el bombardeo de Jerusalén. Entonces vi por primera vez un hombre muerto (...) Mucho tiempo odié a ese hombre, porque volvía de noche a espantarme en sueños. Sabía que Jerusalén estaba rodeada de fuerzas que deseaban mi muerte.
“Después, me alejé de Jerusalén. Todavía la amo con duro amor, como se ama a la mujer que nos ignora. A veces, en días libres, viajaba a Jerusalén para cortejarla. Tiene callejas que me conocen muy bien aunque pretendan lo contrario. Jerusalén era distinta. Era la negación de los barrios de encalados bloques de edificios de hormigón. (...) Hasta el azul celeste jerosolimitano de los días de verano era distinto. La ciudad no tomaba sobre sí el cielo blancuzco, empolvado, de la planicie costera y el Sharón.
“Ciudad cerrada. Invernal. Aun en pleno verano era siempre ciudad invernal. Balaustradas de hierro oxidado. Piedra de un color gris, a veces opalescente y, a veces, rosáceo. Cercas caedizas, pedregales. Patios amurallados, airados, rencorosamente atrancados.
Y los habitantes: pueblo taciturno, hosco, que pareciera estar siempre sofocando un espanto interior. Gente devota, ashkenazíes con sombreros de piel y viejos sefaradíes con túnicas rayadas. Eruditos de suaves maneras que parecen andar extraviados entre las paredes de piedra. Soñadoras doncellas. Pordioseros ciegos que oran o maldicen. Locos callejeros de chispa encendida. (...)
“También la amé porque nací en ella. (...)Y fue un amor despiadado: las pesadillas me atravesaban frecuentemente montadas en el foro de Jerusalén. Ahora no vivo en Jerusalén, pero en sueños le pertenezco, y ella, ni desiste, ni afloja... “ (Revista Ariel, Nº 102, pp.35-6)

El poeta israelí Natan Zaj[x], en su Canto a Sión,  de este modo canta a Jerusalén (Revista Ariel, Nº 102)

O: Mi corazón no está en el oriente
y yo no estoy en los extremos de occidente.

En el cielo (entre paréntesis)
no hay estrella (entre comillas),
no te he cantado, Jerusalén, demasiadas trovas
prendidas de tus aladaradas esquinas;
no es que tenga algo en contra
de la religión, sino que la mía es distinta,
en lugar de rezar, poetiza.
Demasiados hoteles y muy poca ciudad.
Aquí la piedra del muro exhala su dejo incoloro
y aunque todavía te llaman "de oro",
el oro aquí no es oro de calidad,
es crepúsculo,
puesta de sol de dos mil años de edad,
nube en pantalones, antigüedad,
no extraña que hayan venido aquí no a vivir, sino a morir.
Ahora, contra natura,
han cerrado en torno tuyo todo monte y colina
con barrios desoladores llamados Altos y Cimas
y el Valle de la Crucifixión, ¡mira tú qué prodigio!,
ascendió del abismo.
Sólo aquí se dan milagros como esos, que,
ni más ni menos,
el Monte Scopus se abaje gracias al talento
de un erudito arquitecto.
¿Cómo he de cantarte, pues, mis versos,
si arpa no tengo y todas mis cuerdas
las dejé en Tel Aviv y en Haifa
frente a la bahía y el puerto
y en el sitio donde hay una colina para gritar a voces
no ha de oírse la poesía, pero se ven los golpes
que caen acá y allá, como del cielo,
para hacernos recordar que, entretanto,
nadie ha convertido aún su espada en reja de arado
y que de nada les servirán las academias
talmúdicas, las mezquitas e iglesias,
a los amantes de la riña y la querella
de corto peculio y de escasa renta?
Es cierto que aprendí aquí en los años cincuenta
a amar tu hermosura casi no terrenal, Sion,
pero hoy ando ya en los sesenta
y no me refiero a la era sino a la edad
y que tienes Yad Va-Shem y Templo de Salomón
pero no llama perpetua
en memoria de lo que fue
y que, quizás, acá y allá aún queda,
pero que al venir hoy, como turista, no hallé.
Descansa, pues, en paz, oh Sion, donde yaces
y recuerda que, al menos,
mi amigo Amijái es tu amante
y recuerda también, ¡oh Ciudad y Madre!,
que no hay corazón más roto que el corazón entero.
(Natan Zaj - Traducción: Esther Solay-Levy Revista Ariel, Nº 102, p. 100).

El amigo a que hace mención Natan Zaj, no es otro que el laureado poeta jerosolimitano Yehuda Amijai, considerado el “poeta nacional”, eterno enamorado de la ciudad a la que canta de una y mil formas. El poema que entrego a continuación nos enseña la importancia de las personas por sobre el de las reliquias arquitectónicas y arqueológicas.  Esa fue una de las grandes lecciones que, en lo personal, aprendí de él.

“Una vez, me senté en las gradas junto a una de las
puertas de la Ciudadela de David.
Las dos pesadas canastas, las puse a mi lado.
Un grupo de turistas estaba parado
ahí alrededor del guía y les serví de señal,
de punto de referencia.
"¿Veis a ese hombre con las canastas?
Un tanto a la derecha de su cabeza
hay un arco del período romano.
Un tanto a la derecha, encima de su cabeza".
"¡Pero se mueve, se mueve!"
Me dije: la redención vendrá sólo cuando les digan:
"¿Veis ahí ese arco del período romano?
No importa: pero junto a él, un tanto a la izquierda
y debajo de él,  está sentado un hombre
que ha comprado fruta y verduras para su familia".
(Yehuda Amijai, “Turistas” Trad. Esther Solay-Levy  en Revista Ariel, Nº 102, p. 55).

Federico Mayor, Director General de la UNESCO, se refirió del siguiente modo sobre Jerusalén en su poema “Única luz”:

Única luz,
Jerusalén,
ciudad de cada uno,
única ciudad
de todos,
raíces incontables,
colinas, valles...
Aquí la sangre,
aquí la luz,
aquí la espera,
el Arca,
el paso humano
de Dios
sobre la tierra,
la Palabra,
aquí la roca
-hendida, herida-
única.
Unica luz,
Jerusalén,
para vernos mejor
en el espejo
de tu historia,
para ahondar
en tu misterio,
en mi misterio.
Caminos de Cafarnaum.
Caminos de Bethesda.
Puertas de Jerusalén.
Aquí mi caminar
sobre tu huella.
(Revista Ariel, Nº 102,)

Como podemos observar,  no solo enfermos mentales, desquiciados, fanáticos religiosos y turistas  pueden verse afectado por esta “enfermedad”. También les ocurre a los residentes. Cualquier persona, con sus cinco sentidos bien puestos puede verse conmovida por la luz, el clima, el paisaje, la gente, la espiritualidad que en ella se respira y plasmar sus estremecimientos en el papel, la tela o cualquier otro elemento que encuentren a mano y les permita expresar sus sentimientos.

En el Síndrome de Jerusalén se encuentran y reencuentran una y otra vez, la Locurala Sensatez y la Paradoja.  

Ellas giran sin cesar, como en un  carrusel del que más de alguien se quiere bajar. Tal vez en los más,  prime la locura, en otros ciertamente habrá algún atisbo de sensatez.

Quizás, lo que todos compartan, sea la paradoja...porque cuando uno asciende hacia ella, algo cambia, uno quisiera no tener que abandonarla nunca y no obstante lo hace.

Cuando se está allí, ciudad y persona se vuelven una, como muy bien lo describe Jana bat Zion en su poema Hacia ti


Hacia ti

Vine hacia ti, Jerusalem,
pero antes ya mi corazón
había llegado
para quedarse en ti.

Miles de años soñé contigo;
hoy, momento mágico,
tú y yo
nos hemos unido
para siempre.

(Jana bat Zion, Cyberhumanitatis 1)




[i] Entre los más conocidos títulos figuran: Das neue Ghetto (El nuevo ghetto) y Altneuland (Vieja nueva patria). En el primero intentó sacar el problema judío del estrecho marco filantrópico, en el segundo es una novela ‘utópica’ en la que a través de sus páginas deja sentir su sentimiento acerca de lo que debería ser la  patria de los judíos.
[ii] Estos Artículos fueron publicados después en los  libros Gesammelte Feuilletons (3 vols, Berlín, 1911) y Das Palais Bourbon (Leipzig, 1895).
[iii] Lo hizo  a través de las primeras dos compañias: la "Jewish Company" (órgano para el suministro de fondos y para la colonización, que, primero, liquidaría los intereses y los bienes de los inmigrantes en los países de la diáspora, y luego organizaría el orden económico en la nueva patria) y la "Society of Jews", (una especie de procurador o gestor de los judíos, cuya tarea consistía en explorar científicamente el país y conseguir concesión y reconocimiento internacionales, es decir, tendría la autoridad de constituir el s con respecto al establecimiento de organizaciones adicionales que lucharían por los objetivos del movimiento sionista.
[v]Jovevei Sion (los amantes de Sion),  fue un  movimiento sionista ruso fundado por Ajad Haam en 1889.
[vi] Nos referimos a la 2ª edición de la obra, aumentada y corregida, publicada  en castellano en 1949 (Buenos Aires), traducida directamente del alemán por Sigifrido Krebs y la Selección del “Diario” de Herzl fue hecha por Isaac Arcavi. La cita ha sido extraida del Estudio Preliminar que acompaña la selección del Diario, escrita por Alex Bein (pp.11-77).
[vii] Leah Abramowitz señala que el primero en identificar clínicamente el síndrome de Jerusalén fue el Dr. Yair Bar-El, ex director del hospital siquiátrico de Kfar Shaúl y actualmente siquiatra de distrito en el Ministerio de Salud  (la cursiva es mía).
[viii] Mención al grupo Concernid Christians fundado por Monte Kim Millar.
[ix] Gelman entrega algunas estadísticas señalando que la mayoría de los que sufren este síndrome son en su mayoría protestantes europeos en un 35%  y norteamericanos un 60%. El resto, dice, se reparte entre asiáticos y latinoamericanos.
[x] Natan Zaj perteneció a la “generación de poetas jóvenes que surgió en Israel a mediados de la década de los ’50, escribían en hebreo. A este grupo perteneció también Yehudá Amijai.






INFIDELIDAD (Cuento)

(Doy a conocer acá la versión en español del cuento que fuera publicado en portugués en la revista digital WebMosaica revista do instituto cultural judaico marc chagall v.7 n.1 (jan-jun) 2015

La mujer subió al autobús a pesar de que el chofer avisó que no había lugar para sentarse. Pero estaba apurada, quería llegar cuanto antes para el abrazo de amor que nunca faltó cuando ambos se encontraban. Quería volver a esa sensación de que aun cuando habían estado alejados hace tiempo, al volverse a encontrar sería como si nunca hubiesen estado separados. Sabía que era ella la que debía ir al encuentro.

A mitad de camino, descendió gente del autobús y pudo sentarse, lo hizo al lado de la ventana. Tan excitada estaba que no quería perderse minuto alguno del camino que la llevaría a su destino. Pero el cansancio la venció y sus párpados se cerraron, podía sentirse el esfuerzo que ella hacía por permanecer despierta, pero igualmente los párpados la traicionaron.

Despertó a cuadras del lugar donde debía bajarse y después de una larga espera, el chofer decidió que debido a la terrible tranca que no permitía avanzar, los pasajeros debían bajar.

Con la gran maleta a la rastra y la mochila en la espalda, con el cansancio aún doliéndole en el cuerpo, se dirigió al hotel donde tenía reserva. Era temprano, debía hacer el check in a las 15 horas. Dejó la maleta en custodia y con la mochila a cuestas decidió caminar un rato  por algunas de las calles de la ciudad, pero vencida por el cansancio, se sentó en el primer boliche que encontró y se sirvió un shawarme1 en nombre de su hermano. Decidió permanecer en el lugar para observar a la extraña fauna humana que pasaba por el gran ventanal…

El sol, alto a esa hora, y quemante en la carne blanca, no daba respiro. Su cuerpo no estaba acostumbrado a 37º a la sombra y, curiosamente ella, que coleccionaba lindos sombreros y le encantaba lucirlos tenía su cabeza desnuda.

Dio algunas vueltas, un tanto desconcentrada para saber cuál sería la salida más próxima al hotel. Si bien es cierto el ingreso era a las 15 horas, podía perfectamente esperar en el cómodo y fresco salón del lugar, sacar sus apuntes y repasar cual sería su recorrido para el resto del día.

A las tres en punto les fueron entregadas las llaves del cuarto. Deshizo la maleta como pudo y no se dio cuenta cuando cayó en un profundo sueño en el que soñó extraños sueños. A las 8 de la noche, ya despierta pero aún cansada, decidió que no podía atrasar por más tiempo el encuentro. Siempre había sido lo primero y ahora, por alguna extraña razón que no comprendía, habían pasado horas en las que su agotado cuerpo había preferido el descanso a la cita.

Salió con premura para tomar el rápido y nuevo tren que la llevaría a su destino. Tan nuevo y moderno el tren que, en cada estación, habían cuatro máquinas expendedoras de boletos. Se acercó a la primera, un gran letrero rojo decía STOP, lo que significaba que estaba en huelga de trabajo. Seguramente se habían terminado los boletos. Se acercó a la segunda, pero estaba apagada y no funcionaba. Le dijeron que si atravesaba podría comprar el pasaje en la máquina de al frente. Lo hizo, esta vez, arrastrando los pies y con una sensación extraña. Hizo todo lo que la máquina le pidió. Finalmente, la máquina le dijo que no tenia sencillo para darle vuelto por lo que no podía emitir el pasaje.

Está bien, no era tiempo de viajar en el tren rápido, volvería a los antiguos autobuses de Egged que nunca le habían fallado; esperó y esperó el autobús nº  1 que la dejaba en la puerta de los desperdicios, a pasos del muro, o el 18, que llegaba hasta el Mercaz Sefaradi, Esperó hasta que desesperó. “No es mi día, ni el momento propicio”, se dijo y decidió revertir la mala suerte consolándose con un helado pesek zman o un egoz2, como le habían pedido las sobrinas.

Ninguno de los boliches tenía esos helados, tampoco tenían Maim Eden3. Ingresó a la estación central de buses y se compró un frozen yogurt4: mango, pecanim5 y banana en vez de jalvá, que tampoco había. La mezcla resultó buena.

Era noche cerrada cuando volvió al hotel. Los negocios ya estaban en su mayoría cerrados. Mañana será otro día, se dijo, e iré a su encuentro en la mañana.

No hubo mañana ni tarde. No sintió la llamada telefónica despertadora, era bien entrada la mañana cuando abrió los ojos y decidió ir directamente al lugar en el que sabía podían hacer el trabajo que necesitaba. Tuvo que recorrer muchas calles hasta llegar a Grafos donde imprimieron el material que necesitaría para su próxima presentación.

Las calles permanecían iguales, con sus antiguos edificios construidos con la tradicional piedra que se veía en toda la ciudad, tal vez estaban un poco más viejos, las puertas un tanto más desvencijadas y en el barrio de Gueula aún podía verse gente trabajando en medio de las calles casi destruidas. “Por la construcción del tren pensó ella”, pero alguien le dijo que era porque estaban cambiando las cañerías de agua y le aseguró que el tren nunca pasaría por ese barrio. Curioso, pensó, creen que  la modernidad es solo privilegio de unos pocos.

De regreso, en el camino encontró una peluquería. Aunque Matan, el peluquero la felicitó por su corte, ella sabía que necesitaba urgentemente peinarlo decentemente, porque parecía un espantapájaros con el pelo parado en diferentes direcciones. Salió de allí reconfortada, sin pensar que el orden le duraría poco debido a la transpiración por el calor que volvió a mojar los cabellos que se secaron en todas direcciones con el ardiente sol y el viento.

Podría acudir en ese mismo momento a la cita que había dilatado. Pero en el camino, justo en la esquina principal de Yaffo con King George, donde debería tomar  el autobús que la llevaría al lugar soñado, había una hermosa tienda que le hacía guiños. El yetzer hará6 fue más fuerte y contra todos los consejos del yetzer hatov7 cedió, cruzó, entró y compró como loca, después de todo estaba en la tienda Crazy Line y había descuentos. También se volvió crazy, si es que ya no lo estaba desde antes.
Cuando tomó conciencia de la cantidad de paquetes que tenía en la mano y el peso que cargaba, se dio cuenta que sería imposible llegar a la cita, a lo más, estaba segura que lo único que podría cargar sería la pequeña cámara para documentar el encuentro. Así de cansada se había sentido durante toda su estancia.

Cansada, con un cansancio que salía de adentro, mezcla de dolor, decepción y tristeza, que parecía estrujar sus músculos (los que ella pensaba que tenía, claro) se subió a un taxi y dio la dirección del hotel. Saludó, subió y se tiró a la cama cuan larga y gorda era. Antes de las 17.00 horas estaba lista para irse a la apertura del congreso… que según le dijeron sería a las 18.00 y vendría un autobús a buscarlos al hotel.

No quería recordar el sueño premonitorio que tuvo: por infiel no había sido recibida y le habían puesto todos los obstáculos posibles para el encuentro. ¿Acaso puede engañarse a quien se ama? Dos semanas en el país,  sin haber venido a su encuentro. Vergüenza era la palabra que se repetía en el sueño. Vergüenza porque has preferido pasear por lugares insignificantes, banales, en vez de venir a encontrarte conmigo. En la pervertida Nínive te has solazado y has dejado pasar momentos ideales para el encuentro, es como si no quisieras gozar nuestro abrazo. ¿No sabes que para amar se necesitan dos?  ¿Cuánto tiempo durará el desencuentro? La voz continuó: Aún recuerdo cuando de madrugada venias a mí, amorosa, esperanzada y nos uníamos en un abrazo milenario, y  solo después, te ibas a tus quehaceres diarios.

Era verdad, apenas asomaba un rayo de sol, ella se vestía y salía corriendo para alcanzar a estar con él  unos momentos y regresar a tiempo a la universidad. Algo debió haber cambiado. Y se dijo: Iré hoy después de haber cumplido mis deberes, sin detenerme siquiera a dejar la mochila en el hotel, para no dilatar  el encuentro. Así fue como decidió que sería “ahora o nunca”.

Sentía que sobre sus hombros traía el peso de dos mil años. La espalda se combaba, las piernas temblaban, y la vista no se despegaba del suelo resbaladizo y piedroso que podría hacerla caer… pareciera como si hubiesen sido puestas adrede durante una remodelación, pero ella sabía que no era así… siempre estuvieron ahí, como la pintura de la Puerta de Sión que le gustaba fotografiar cada vez que venía a la ciudad,  porque alguien se encargaba de mantener más o menos legible el letrero que acompaña a la mezuzá y al candelabro. A través de esa fotografía ella iba marcando el paso de los años.

Pero esta vez le fue más difícil fotografiarla. Imprecaciones le llovieron  Mujer, ¿Acaso  necesitas todo el día para una miserable fotografía? Le espetó duramente el conductor del vehículo que quería atravesar la puerta. ¿Y qué?, le respondió con calma, el arte de la fotografía necesita de tiempo para fijar el encuadre. El conductor lanzó unas palabrotas en su idioma y apretó el acelerador. Ella, parsimoniosa, como si tuviera todo el tiempo del mundo, volvió a su tarea.

Prosiguió  su camino por el barrio armenio fotografiando lo que aparecía a su paso, gozando con el pensamiento que, en algún minuto, aparecería el corazón de su amado y podría no solo fotografiarlo a su antojo, sino también, una vez llegado hasta ahí, apoyar sus brazos y su frente en el pecho generoso que recoge los lamentos de su gente desde hace miles de años y retomar su abrazo milenario.

Sí, como en las películas que van filmando en cámara lenta, registraría ella paso a paso su acercamiento porque ella vendría a él. Él permanece siempre fijo, atado a la tierra, firme, enhiesto, estático, no obstante ese corazón de piedra late con fuerza, susurra cánticos cuando el aire pasa entre sus surcos, permite crecer hierbas que dan flor en el tiempo preciso y arrulla con amor a las palomas que buscan su refugio.

En un recodo del camino vio brillar la cúpula dorada y su entorno. Hizo click para dejar plasmado en la cámara digital la primera mirada y la máquina no respondió… desorientada, volvió a clickear y extrañamente el lente de la máquina se cerró y la máquina no funcionó más.

Con el alma adolorida, arrastrando apenas los pies fue  deslizándose por el camino mientras se recriminaba a sí misma. Ella y solo ella tenía la culpa que esto aconteciera. Pasó el chek in y se fue directo a la explanada, su corazón latía, sus piernas no le obedecían y apenas podía respirar ¡¡tan cerca estaba!!, le pareció que su cabeza estallaría.

Revisó la mochila para sacar las peticiones que trajo desde Chile para colocarlas en el muro, pero no las encontró ¡las había dejado en el hotel! Pero aunque las hubiese traído  la explanada llena de gente le impedía acercarse como hubiese querido, llegó lo más cerca que pudo y después de una sentida “conversación” leyó algunos de los salmos del libro que había tomado desde la estantería que había a la entrada.

Quiso acercarse, pero las mujeres delante de ella no estaban dispuestas a ceder ni un milímetro de terreno. Desde el lugar en el que estaba empezó a recorrer con la vista el muro tratando de encontrar el símbolo que siempre aparecía cuando su conversación era escuchada. Pero la paloma blanca no estaba, tampoco sus congéneres. Solo los hombres rezando su letanía y las mujeres haciendo sentir sus gemidos.

Tristemente dio la vuelta, cabizbaja y contrita  emprendió el regreso…  esperó y esperó el autobús que no llegaba, la gente se impacientaba porque generalmente tenia tiempos fijos para arribar, sin embargo habían pasado ya dos autobuses nº 2 y dos nº 3 y el 1 aun no aparecía. Empezó a caminar junto a la gente que descendía hacia la puerta de los desperdicios y se le ocurrió preguntar a uno de los policías si habrían cambiado el paradero. Le dijo que no, que regresara al lugar del que había venido y esperara allí. Así lo hizo.

Mientras esperaba escuchaba como las mujeres se quejaban del transporte, los hombres caminaban lo más lejos posible de las mujeres y las jóvenes corrieron hacia una novia a la que le pidieron brajot (bendiciones) lo que la hermosa novia hizo con alegría y dedicación. Las jóvenes como pajarillos revoloteando y piando volvieron a su lugar mientras la novia envuelta en tules se dirigía  hacia el kotel8.

Finalmente llegó el tan ansiado bus y como un grupo en estampida subieron raudamente al mismo. No fue una buena noche para nuestra visitante.

Aún desencantada, cansada pero sin ganas de volver al hotel donde sabía que lo único que haría sería tirarse a la cama y dormir arranada hasta que el teléfono la despertara, ingresó a la estación central y en el mismo lugar del día anterior pidió la misma combinación de frozen yogurt.

Degustando la sabrosa combinación recorrió los negocios de la estación y, oh, sorpresa, encontró un establecimiento Sony, en donde un amable señor  le arregló los problemas que tenía con su cámara fotográfica, elemento importantísimo para poder documentar el amoroso encuentro.

Después de todo no fue una mala noche, mañana será mejor se dijo a si misma mientras apretaba fuertemente contra su pecho los dos elementos electrónicos que le permitirían salir del pancher (panne).

Rápidamente instalada ya en su cuarto de hotel, revisó los elementos y realizó lo que le habían dicho. Funcionó a la perfección, descargó las fotografías y dejó cargando la batería. Mañana será otro díalas cosas mejorarán se repitió a sí misma…

De mañana temprano arregló todas las cosas de modo que al término de la ardua jornada final del congreso en el que estuvo participando, pudiera dejar los libros y tomar solo la mochila con la cámara y partir.

El término fue más tarde de lo pensado, pero de todos modos, llegó al hotel, dejó las cosas y tomando solo lo necesario se dirigió finalmente al kotel.

No había tanta gente como el día anterior, seguramente porque era ya tarde. Pudo sin muchos problemas acercarse al corazón de la ciudad amada: apoyó su frente y las palmas de sus manos en la piedra y un frescor recorrió su cuerpo atormentado por problemas que solo ella podía apreciar. Rezó poniendo en ello toda su alma, pidió, rogó, y hasta es probable que haya llorado. Yo no lo sé, solo soy una humilde relatora y no estaba allí para ver su rostro hundido en la piedra y oir sus palabras..

Puso uno a uno los mensajes que le entregaron, hundiéndolos fuertemente en la piedra para que no cayeran. Luego, contrita, pidió perdón por su retardo. No sé qué es lo que habrá dicho pero si pude ver el resultado: Ella se alejó unos pasos del muro y nuevamente repasó con su vista el muro entero, su vista se detuvo en un par de palomas que se arrullaban una  a la otra en el lado de las mujeres. Su rostro se puso triste… volvió a repasar esta vez mas lentamente todos  y cada uno de los recovecos y  ¡encontró lo que buscaba, allí, acurrucada en un hueco del muro la paloma blanca la miraba!

Ahí vi como su rostro se transformaba, una sonrisa aparecía, una mirada de esperanza y un destello de luz nunca antes visto en sus ojos...

Sus ruegos habían sido escuchados.  ¡¡Su infidelidad había sido perdonada!!


Jerusalem, junio 22, 2012


Notas
Shawarme tipo de sándwich muy común en todo el Oriente Medio. Pan pita  relleno con  carne de cordero y ensaladas a elección.
pesek zman, egoz son tipos de helados deliciosos que venden en Israel
Maim Eden nombre de marca de un tipo de agua mineral
frozen yogurt tipo de helado de yogurt
pecanim tipo de nuez alargada, más dulce y menos aceitosa que la nuez tipo mariposa.
yetzer ha-rá inclinación al mal
yetzer hatov, inclinación al bien.

Kotel muro de los lamentos





El 28 de Iyar, junio 1º se conmemora Yom Yerushalayim, el Dia de Jerusalem.

Jerusalem   es una ciudad que a nadie deja indiferente, se la  mira con los ojos del alma y se la recorre acompñada de su historia... de la mano de profetas y reyes.

Es una ciudad a la que no se va, se asciende, y cuando se regresa al lugar de origen, ya nada es igual, algo ha cambiado. ¿Será porque en medio de sus montes uno ha encontrado sus raíces?

Esta es una página aparte, especial, dedicada a  la ciudad que me tiene cautiva y dividida. Es mi testimonio de amor y adhesión a la ciudad que es el corazón, del corazón de Israel, única, indivisible, eterna...





 28 DE IYAR - YOM YERUSHALAYIM


MI CIUDAD

Mi ciudad es como la primavera,
está vestida de mil colores.
Sus colores brillan con la caricia del sol
y se estremecen con el fuerte viento
que se enseñorea en ella.


Mi ciudad posee una mezcla de aromas diversos,
como los de un campo en flor.

  

En mi ciudad hay una mezcla arquitectónica que impresiona:
Edificios antiguos - de cuyos balcones cuelga
la ropa recién lavada-
y otros de líneas modernas y de avanzada.


En sus calles es común encontrarse
con las figuras infantiles de nuestros soldados
y aquellas inconfundibles de los hombres vestidos
de negro.

Para los primeros, la guerra no es un juego,
sino una cruda realidad impuesta por la sobrevivencia.
 
Para los segundos, el tiempo no pasa y la historia
se aletarga en largas jornadas de estudio,
en espera de un Mesías que no llega...

 
Hay vida,
mucha vida en esta ciudad, donde
cristianos, musulmanes y judíos
se encuentran día a día.
Ciudad en la que abundan los gatos,
los hippies y los punks,
ciudad cuyas calles se convierten
en improvisadas salas de concierto al aire libre.

Hay vida en mi ciudad
una vida plena;
en ella se trabaja afanosamente en la semana
y se vivencia el descanso sabático

En sus calles se corre,
se canta,
se pelea
y se protesta.

En las calles de mi ciudad
se vive una vida plena
con sus alegrías y sus tristezas
pero sobre todo, con sus esperanzas.
 
Mi ciudad es como una primavera eterna;
sí, eterna,
como el romance que sostenemos,
ella y yo, hace ya tres mil años.

         Jerusalem 1992





SUEÑO

Anoche soñé que me iba volando por el oscuro cielo, sin detenerme
ni siquiera en una sola estrella.
Salté nubes escondidas,
 aguanté chaparrones que caían,
jugué con ángeles y arcángeles.
Encontré a mucha  gente conocida que vagaba por el cielo medio oscuro medio claro
A todos comenté mi contento y el anhelo de mi alma,
el motivo de mi viaje
hacia el lugar de mis anhelos

Anoche no sé si fue un sueño que soñé o fue una realidad,
llegué hasta el lugar deseado,
hasta el lugar soñado y amado
lugar rescatado de entre las brumas de mi pasado.
Todos se alegraron conmigo,
Luz
Oscuridad,
Nubes,
Lluvias,
ángeles y arcángeles
también la gente ya ida pero siempre recordada

No sé si el viaje fue un sueño o si fue una realidad.
Tuve un hermoso despertar
una sensación extraña,
de cansancio intenso pero  placentero.




SHABBAT EN JERUSALEM

Son las 06.30 de la mañana de un día claro y lluvioso. Un viento helado y fuerte obliga a acelerar el paso. ¿Cómo describir esa  inefable sensación de caminar por las extremadamente limpias calles de la Jerusalem nueva, buscando el camino que habría de llevarme hasta la ‘ir ha-’atiká[1]?

Un anciano  de venerable aspecto me saluda sonriente con un ¡Shabbat shalom!. ¡¡Shabbat Shalom!!. Cierto, es mi primer sábado en Jerusalem.

Caminando por la puerta de Yaffo me acerco lenta e inexorablemente a los muros de la ciudad vieja. Al traspasar la puerta, dos caminos se abren a mi vista:

Uno oscuro, el que conduce al corazón del Shuk[2], cuyas tiendas a esta hora de la mañana se encuentran aún cerradas. El otro es al aire libre y conduce al barrio armenio. Escojo, aventurera, el primero.

Camino mirando todos y cada uno de los detalles: el suelo, los muros, la humedad, los pequeños adornos arquitectónicos, los enrejados de las ventanas, el cielo.... Tantas callejuelas atravesadas y sinuosas me confunden y me pierdo en medio de ellas.

'Ya llegaré', me digo, mientras incansablemente subo y bajo escalinatas, avanzo y retrocedo para girar y volver a avanzar. Repentinamente, sin saber cómo, al doblar una esquina, se presen­ta ante mi vista la plateada cúpula de ‘Al ‘Aqsa. Bajo otros peldaños - siempre mirando al frente - y aparece majestuosa e imponente la cúpula dorada del Domo de la Roca.

Las gotas de lluvia resbalan por esas brillantes cúpulas. ¿Yo? ¡Yo estoy empapada!

Frente al Haram es Šariff, - la explanada del Templo de Jerusalem -, absorta, trato de imaginar cuán hermoso lucía el Templo de Salomón.

Tengo la certeza de que si bajo la mirada, mis ojos toparán con el muro occidental. Entonces, despacio, muy lentamente, empiezo a descender la mirada: Está ahí, enhiesto, límpido... sólo. Las piedras, sus piedras, han florecido, verdes brotes surgen de algunas de sus grietas y, en otras - las más profundas -,anidan palomas que se arrullan unas a otras.

Mis labios exclaman: 'Quien dijo que la piedra es yerma y fría, se equivoca, Kotel, significa que nunca te ha visto'.

Un temor reverencioso me embarga mientras me acerco. Mi vista no desea apartarse del muro para no perder ni uno solo de sus detalles.

¡Qué piedras imponentes! ¡Y cuán alto es!. Mi mano se desliza suave y acariciante por las piedras, con la mirada anhelante, deseando aprender de memoria cada uno de los detalles de su geografía, de sus grietas, de su textura, de los brotes que emergen de ellas.

Lo miré incrédula: "¡Si no es más que un montón de piedras!". Me parece increíble. "Muro - le susurro dulcemente -, no eres más que un montón de piedras y, sin embargo, no puedo verte como una simple muralla o como un objeto arqueológico".

Cuántos recuerdos, cuánta historia. Historia de un pueblo milenario, de un pueblo de dura cerviz, que ha persistido en su existencia, pese a todas las adversidades que ha debido afrontar... historia de un pueblo que ha vuelto  a re-encontrarse con su tierra.

¡Oh Muro, eres símbolo de la historia de mi pueblo, eres parte de mi propia historia!'

Recuerdo que apoyé la frente sobre el muro y mis lágrimas se confundieron con las gotas de lluvia que resbalaban sobre él.

Sonreí agradecida, era sábado... estaba en Jerusalem y junto al Muro.


Jerusalem, enero de 1981.


[1] 'ir ha'atika= La ciudad vieja
[2] Šuk= shuk, mercado.




 
LA COLINA DE LAS MUNICIONES


Es de mañana temprano y por las calles soleadas voy camino a Givat hatajmoshé, la colina de las municiones, un lugar estratégico en Jerusalem que, en 1967, fue liberado por Israel.

Allí había un destacamento de la Legión Arabe de Jordania. El lugar está tal como fue encontrado. Por ello pueden apreciar­se, a simple vista, las trincheras, el depósito de municiones, el búnker... Desde la colina miro a mi alrededor: desde allí se domina toda la ciudad.

El único cambio que se ha efectuado consiste en haber convertido el búnker en un Museo dedicado a la memoria de los que perecieron en la Guerra de los Seis Días.

Hoy he tomado contacto con la realidad de mi pueblo. No sé con certeza si fue al conocer los rostros de los caídos en ese lugar, o al leer lo que ellos opinaban y sentían, al ver donde estuvieron, lo que hicieron, cómo y cuando cayeron... no lo sé. Sólo recuerdo que pensé: "Es extraño éste, mi pueblo, que vive con el arado en la mano y el fusil en la otra, con gentes de aspecto duro y alma de poetas y filósofos, con hermanos que van a la guerra con la íntima esperanza de lograr la paz".

Los visitantes que llegan hasta allí pueden leer las cartas de aquellos jóvenes, sus poemas, los pensamientos que hablan de paz y que gritan, puestos allí, negro sobre blanco, los deseos que tenían de vivir en paz. No obstante, murieron soñando con una paz esquiva.

Miro el interior del 'museo'; es simple, pobre, si se quiere, pero emotivo. Veo los rostros de muchachitos que no supieron de futuro; también hay armas, emblemas de las ramas del Tzahal a las que pertenecieron, planos y maquetas que ilustran la táctica de la campaña que permitió, entre otras cosas, la reunificación de Jerusalem, y, al final, sólo una inscripción y una lista de nombres...

"Estos son los nombres de los valientes
que lucharon y cayeron..."

Un frío intenso recorrió mi cuerpo y una emoción profunda nubló mi vista. Sentí la imperiosa necesidad de salir, correr hacia afuera sin que nadie me viera y exponer mi rostro al sol para que secara mis lágrimas.

"Estos son los nombres de los valientes
que lucharon y cayeron"

Doquiera mirase, veía los rostros sonrientes de jóvenes confiados, que un día estuvieron aquí, en este mismo lugar, y ahora ya no están más.


"Exaltado y Santificado
sea el nombre de Dios"

Las palabras del Kadišh brotaron espontáneamente y, cuando llegué a la última frase, creo que la repetí varias veces...

"El que hace la paz en las alturas
nos conceda la paz a nosotros
y a todo Israel... "

Es verdad, no podría ser de otro modo, ¿acaso ha existido en el mundo otro pueblo que tenga una vocación de paz más definida que el nuestro? Me parece que no.

"El que hace la paz en las alturas
nos conceda la paz a nosotros
y a todo Israel... "

Israel, tierra bendita, toda ella historia, pasada, presente y futura, historia con un sólo escenario: Israel, con un sólo intérprete: su pueblo, y un sólo anhelo: ¡la paz!


Lunes 19 de enero de 1981.



¿VIVIR EN JERUSALEN? 

Creo con fe plena que todo cuanto
ha de suceder ya está escrito
en la página del libro de la vida que
el Hacedor tiene frente a sí.

Lo que ha de ser será,
cómo, cuando y donde El lo determine.
En el momento que sea,
bienvenida será, Señor, tu sabia decisión.

Sólo una cosa pido:
que me entierren en Jerusalem,
allí, en la berma de alguno de sus caminos,
que mi cuerpo se confunda con la tierra
prometida,
que mis huesos y mi carne con ella se
vuelvan una.

Y volveré a nacer,
en una flor hermosa o una humilde
                                               /hierba silvestre
Y estaré presente
en una piedra o un terrón de tierra.

Y allí donde siempre quise estar
me volveré parte del paisaje
y testigo de la historia.
Mayo de 1996.


DESOLACION

Triste y desolada se encuentra la ciudad.
"La grande entre las naciones se ha vuelto
como viuda.
Amargamente llora en la noche, y sus
lágrimas están en sus mejillas"[1]

La grande entre las ciudades, La Señora,
se ha tornado madre sufriente
llora desconsolada la muerte de sus hijos...

"Las calzadas de Sión tienen luto...
Todas sus puertas están asoladas"[2].

Sus calles se han vuelto en peligrosas sendas,
donde acecha el peligro, el odio, la maldad...
Cualquier lugar puede transformarse en tumba,
en cualquier lugar, el asesinato hará florecer
pequeños monumentos recordatorios,
símbolos de gran dolor...

En ellos, espontáneamente, se reunirá la gente
para rezar por los caídos,
para rezar por Jerusalem, a quien la paz
ha olvidado.

Nuestros corazones están doloridos,
terrores de muerte sobre nosotros han caído,
El terror ha cubierto no sólo a la ciudad y a su gente,
sino a todo el pueblo.[3]




Desolada, silenciosa y triste
está la grande entre las ciudades;
cubierta de negro,
llora como nuestra madre Rajel
la muerte de sus hijos,
víctimas de un fanatismo despiadado.

Jerusalem, febrero de 1996


[1] Lamentaciones 1:1-2.
[2] Lamentaciones 1:4.
[3] Salmos 55:4.



 
¿ESPERANZA?

La paz explotó como el autobús
De la línea dieciocho.

La esperanza se hizo trizas,
La desolación hizo presa de nosotros.

Pero no pensemos en la carencia
De esperanza
No vislumbremos un futuro inmerso en negro smog.

La esperanza ha sido siempre lo central
En nuestra historia;
Ella lo engloba todo, incluso,
La alegría del ser,
Del estar,
Del permanecer en el tiempo
Aún en medio del dolor.

Jerusalem, febrero 1996.







 
DESDE EL MIRADOR

Desde el mirador observo extasiada
los dos centros de mi pueblo:

Frente  a mí
la ciudad vieja
- centro espiritual -

En lontananza, el Monte Scopus
la Universidad Hebrea
- el centro intelectual -;
ambos insertos en nuestra Jerusalem
/ reconstruida,
la Jerusalem reunificada.

Santiago, abril de 1996.


         


 AQUI Y AHORA 
Aquí estoy ahora,
rodeada de los montes de Judea,
en el centro del mundo,
afirmando fuertemente los pies sobre ésta,
mi tierra.

Aquí y ahora
he dejado de ser mera espectadora
para convertirme en protagonista de la historia.

Un apretón de manos
una conversación que pudiera ser vana
y que no obstante, refleja en sus palabras
los pensamientos del alma.

Las noticias de cada hora mezclada con canciones,
el salir muy de mañana a la cita con la vida,
simple y llana y, sin embargo, tan plena.

Aquí y ahora
los acontecimientos no pasan de largo
se internalizan,
pasan por el tamiz del entendimiento
y se encarnan.

Aquí y ahora
tomo conciencia
sufro
río
lloro
vivo intensamente, en cada hora,
la cita impostergable con la historia.

Aquí y ahora,
un pueblo, el mío,
busca su identidad y confía en su destino.

Y yo,
con los ojos llenos de su paisaje,
acaricio tiernamente la textura de su tierra,
de sus muros y sus piedras,
respiro hondamente el vivificante aire
con aroma a pinos
y me convierto en parte de un destino.

Aquí,
yo re-vivo

Ahora tomo conciencia de mí misma
y,  en medio del paisaje de mi tierra,
busco el propósito de mi venida.

Aquí y ahora,
marcada por el peso de la historia milenaria.

Aquí y ahora,
en medio de los montes de Judea,
mis raíces absorben la fuerza de esta tierra mía
y cuestiono el sentido último de mi vida.

Aquí y ahora
canto
lloro
vibro
y rezo
en espera de una paz que se avizora,
una paz esquiva y, no obstante, promisoria.

(Aquí y ahora,
por fin vivo.)

Jerusalem,  31.10.91
YOM YERUSHALAYIM
Miércoles 1º junio – 28 de Iyar


"Im eshkajéj Yerushalayim tishkáj yeméni....
Si me olvidare de ti, oh Jerusalén,  pierda mi diestra su destreza.
 Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare;
 Si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.[2]"


El lazo indivisible y eterno entre el pueblo de Israel y Jerusalem, la ciudad de la paz, comenzó cuando David fue coronado rey de "todo Israel" y decidió, como símbolo de la unidad nacional, establecer una capital neutral. Su primera acción fue la de conquistar la ciudad con su ejército personal para asegurarse que ninguna tribu dijera: 'es nuestra'. Jerusalem sería de todo el pueblo de Israel sin distinción y nadie de  entre las tribus que conformaban el pueblo podría atribuírsela como propia.

Conquistada la ciudad y convertida en la capital nacional, fueron reforzadas sus fortificaciones, y con ayuda de artesanos fenicios construyeron un palacio y reconstruyeron el Tabernáculo para llevar a él el Arca de la Alianza y asentarla en la ciudad.

Desde ese momento, Jerusalem además de la capital política, devino en centro espiritual del reino convirtiéndola, como dice la Torá, en el lugar 'que Dios, ha escogido para poner allí su nombre'.

La noción de Jerusalem sagrada nació, pues, en el siglo X a.e.c., como resultado de las acciones que David, rey de Israel, realizó para brindarle a Jerusalem su espíritu.

Salomón, su sucesor, se preocupó de la imagen de la ciudad, construyendo el Templo y convirtiendo la ciudad en un centro de comercio internacional. A la muerte de Salomón y con la división del reino, la ciudad continuó como capital, pero esta vez, de la reducida monarquía de Judá....

En la época del exilio babilónico, ciudad y templo fueron convertidos en polvo a causa de la devastación de Nabucodonosor (586 a.e.c.). El recuerdo de Jerusalem quedó impregnado como una imagen pura e idílica en la mente de los exilados, encontrando  su máxima expresión inmortal en los libros de Salmos y Lamentaciones:


"¡Como ha quedado sola la ciudad populosa, la grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la Señora de provincias ha sido hecha tributaria. Amargamente llora en la noche y sus lágrimas están en sus mejillas..."  (Lam 1,1ª)

"Cesó el gozo de nuestro corazón; nuestra danza se cambió en luto. Cayó la corona de nuestra cabeza;
¡Ay ahora de nosotros!....por esto fue entristecido nuestro corazón por esto se entenebrecieron nuestros ojos. Por el monte de Sión que está asolado..." (Lam. 5; 15-17)


Los exiliados regresaron cincuenta años más tarde y, a pesar de la devastación, la desolación y el desencanto, lucharon y trabajaron duramente en la reconstrucción de la ciudad capital.

Una nueva devastación de la ciudad y la destrucción del Segundo Templo aconteció el año 70 de nuestra era, esta vez fueron los romanos quienes se enseñorearon de la región y el exilio, más prolongado y terrible, dio origen a una diáspora que existe hasta el día de hoy.


"Jerusalem ha sido también parte de la historia universal además de ser la capital  única y eterna del pueblo judío y el lugar donde los profetas Isaías y Jeremías expresaron sus pensamientos que influenciaron actitudes  éticas y religiosas de media humanidad, fue ella el escenario del postrer ministerio de Jesús y en ella se le crucificó. Y es, para los musulmanes, el lugar desde donde el profeta Mahoma ascendió al cielo....".

"La historia de Jerusalem es [pues, parte de] la historia del hombre, la  historia de guerra y de paz, de  grandeza y miseria, de excelsa sabiduría y de sangre fluyendo por las acequias...".


"Pero en esta historia hay un hilo dorado, un elemento que asoma a través de ella en forma constante: es el irrompible lazo del pueblo  judío con su ciudad...".

"La historia de esta asociación es repetidamente interrumpida por una sucesión de conquistadores: egipcios, asirios, babilónicos, persas, seléucidas, romanos, árabes musulmanes, cruzados, mamelucos, otomanos, y británicos. Empero, en el  transcurso de los tres mil años desde que David ungiera a Jerusalem como asiento de la autoridad de Israel, la vinculación espiritual de los judíos con esta ciudad se mantuvo incólume. Es esta una singular vinculación...".[3].


"Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: ¡Cantadnos algunos cánticos de Sión! ¿Cómo cantaremos cánticos de Adonai en tierra de extraños?
Si me olvidare de ti, Oh Jerusalem, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalem como preferente asunto de mi alegría...". (Salmo 137, 3-6)


Siempre, a través de las centurias de su dispersión, en cualquier lugar en que se encontrasen, los judíos oraron por el retorno a Sión, por la vuelta a Jerusalem.


No hay alegría completa, siempre un vínculo, un instante, aunque fuere un segundo,  nos recuerda nuestra unión con Jerusalem: en toda ceremonia de matrimonio, por ejemplo,  se rompe una copa de vidrio para recordar la destrucción del templo y la  devastación de la ciudad, no hay edificaciones terminadas porque siempre, en algún rincón, los judíos dejan  parte de un muro sin terminar, para simbolizar el carácter temporario de esa construcción que servirá de vivienda hasta que su propietario pueda regresar a Jerusalem; todas las casas de reunión, las Sinagogas, se orientan en dirección a Jerusalem, y en cada celebración se repite la frase:


Le-shaná haba birushalayim,
El año próximo en Jerusalem.


Y es que desde que el rey David unificara a la nación hebrea y proclamara a Jerusalem su capital política y religiosa, Jerusalem y el pueblo judío son una unidad un sólo corazón latiendo al unísono y ligados inextricablemente a su pasado bíblico, a su presente y a su futuro y también ligado a sus sentimientos, emociones y esperanzas.

Bibliografía

Kolleck y Perlman, Jerusalem, sacred city of mankind.
Tanaj: Lamentaciones  1:1-2,5:15-18, Salmos 137,
[1] Salmo 137, 5-6.


[1] Bibliografía:Tanaj: Lamentaciones  1:1-2,5:15-18, Salmos 137, Kolleck y Perlman, Jerusalem, sacred city of mankind.
[2] Salmo 137, 5-6.
[3] Kollek, T. Jerusalem, sacred city of mankind.